En 2013, Microsoft lanzó Windows 8.1, una actualización gratuita para abordar las quejas de los usuarios de Windows 8. Esta actualización reintrodujo el botón de Inicio y mejoró la interfaz de usuario, aplicaciones y usabilidad en general.
Fue bien recibido y se adaptó mejor a portátiles y ordenadores tradicionales que su predecesor. Además, redujo su tamaño, lo que lo hizo adecuado para dispositivos con especificaciones más bajas, como 1 GB de RAM y 16 GB de almacenamiento.